
Un alumno agradecido y su maestro, siempre recordados
Annette Quinn
La palabra “educación” se remonta a 1530, cuando se definía como “crianza de niños”. En 1610, el término se asociaba a los códigos y modales sociales, adquiriendo el significado de “escolarización y formación sistemática para el trabajo”. A partir de 1828, la palabra “escuela” comienza a entenderse como un inmueble, mientras que el término “educación” comienza a definirse como “formación para la vida” (diccionario Webster). Desde entonces el término ha seguido evolucionando.

Nuestra educación nos aporta conocimientos del pasado, comprensión del mundo que nos rodea y perspectivas para el futuro. La educación puede ampliar nuestra imaginación, despertar la curiosidad, la exploración, la investigación y la creatividad y exhortarnos a hacer preguntas y a articular nuestros puntos de vista. Desde la infancia, la educación influye de manera crítica en nuestro tránsito a la adultez, dirige nuestro sustento y nuestra capacidad de adoptar una vida provechosa.
En 1913, décadas antes de que la Organización de Naciones Unidas articulara los derechos universales a la educación (1948), nació el autor franco-argelino Albert Camus. Tras la muerte de su padre, Camus se crio en condiciones de extrema pobreza con su madre, parcialmente sorda y analfabeta, y bajo la influencia inspiradora del Sr. Germain, un maestro que fomentó el potencial y guio el camino del joven Camus.
En octubre de 1957, Camus recibió el Premio Nobel de Literatura y, un mes después, escribió una carta de agradecimiento a su maestro diciéndole «…sus esfuerzos, su trabajo y su generosidad siguen vivos en uno de sus alumnos»
Estimado Sr. Germain,
He esperado a que el ruido que me ha rodeado estos últimos días mengüe antes de escribirle desde el fondo de mi corazón. Acabo de recibir un honor demasiado grande que no he buscado ni solicitado. Pero cuando escuché la noticia, mis primeros pensamientos, después de mi madre, fueron para usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que yo era, sin sus enseñanzas y sin su ejemplo, nada de esto habría sucedido. No pretendo exagerar la importancia de este honor para mí mismo, pero al menos me da la oportunidad de decirle lo que usted ha sido, y todavía es, para mí y asegurarle que sus esfuerzos, su trabajo y su generosidad siguen vivos en uno de sus alumnos que, a pesar de su edad, nunca dejó de estarle agradecido.
Le envío un fuerte abrazo,
de todo corazón,
Albert Camus
Cuando reflexionamos sobre la historia de Camus, no podemos evitar pensar en lo afortunado que es el mundo de que este niño desfavorecido haya recibido educación y de que su maravilloso maestro no solo haya notado su talento, sino que también lo haya alentado. ¿Cuál fue entonces la magnitud de la influencia que este maestro tuvo en Camus?
Si exploramos esta idea dentro de la noción del término “educación” y del derecho universal a la educación, hay dos aspectos a considerar.La Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que una educación debe ser: 1) gratuita y 2) dirigida al pleno desarrollo de la personalidad humana.

El Sr. Germain apoyó el derecho de Camus a una educación gratuita.
Postuló a Camus para una beca de bachillerato que no solo fue exitosa, sino que constituyó el medio significativo que permitió a Camus aprender y desarrollarse para convertirse en el escritor que llegó a ser. Si analizamos en más detalle la razón de que Camus recibiera el premio, «por su importante producción literaria, que con una sinceridad de gran lucidez ilumina los problemas de la conciencia humana en nuestros tiempos», podemos ver que la educación le proporcionó la libertad de expresarse. Quizás la «…sinceridad de gran lucidez» refleja su derecho educativo al pleno desarrollo de su personalidad humana.El Sr. Germain le proporcionó a Camus la oportunidad de expresar su pleno potencial.
Más de medio siglo después, con tratados de derechos humanos como la Convención de Derechos del Niño (1989), Educación para Todos (1990) y las Metas de Desarrollo del Milenio (2000), estos derechos universales a la educación, en su pleno significado, todavía no son aceptados por todos. Según uno de los más extensos estudios de indicadores de salud, realizado en más de 195 países y territorios durante el periodo de 1970 a 2018, la razón de que 260 millones de niños actualmente no asistan a la escuela es la pobreza, el género, el trabajo infantil, el matrimonio infantil, el cambio climático, los desastres naturales, el trayecto a la escuela, los conflictos, las guerras, las discapacidades, la menstruación y el embarazo. Muchas de estas causas son prevenibles y, cuando reflexionamos retrospectivamente sobre el joven Camus, si bien su pobreza extrema era la barrera, su maestro fue el facilitador.

Aunque el acceso equitativo a la educación sigue siendo un desafío crítico, también hay una falta de paridad en cuanto al significado de “educación” en las aulas del siglo XXI. El término “educación” fue objeto de cuestionamiento en octubre de 2020, cuando un maestro francés fue asesinado en Francia cuando se encontraba en cumplimiento de su deber. ¿Cuáles son las características y los límites de la “educación” hoy? ¿Cuál es el papel que desempeñan los maestros? ¿Ha evolucionado su descripción tal y como lo ha hecho el término “educación”? El docente se describe como: recurso, benefactor, mentor, mediador, intérprete y persona con la misión de comprometer, motivar e inspirar a los estudiantes. Camus describió al Sr. Germain por «…sus esfuerzos, su trabajo y su generosidad». La lista de términos que definen la palabra “maestro” es infinita
Pero la significación de un maestro se expresa claramente (y se recuerda en el monumento a Samuel Paty) en la carta de un estudiante a su maestro, poniendo de manifiesto que el vínculo vital entre el éxito de un estudiante (Albert Camus, laureado con el Premio Nobel) y su maestro (el Sr. Germain) nunca se olvida.